Hoy te voy a hablar de como la flexibilidad en la alimentación puede ayudarte a fomentar una relación más saludable con la comida.
Si hay algo que caracteriza a los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) es la rigidez. La rigidez está asociada con el control, o más bien, con la idea de que se tiene el control. La realidad es que nunca vamos a tener el control total de nada, aunque, al igual que de un espejismo se tratara, creamos que sí.
Rigidez en lugar de flexibilidad
No importa el tipo de TCA (anorexia, bulimia, trastorno por atracón o un trastorno más inespecífico), si hay mala relación con la comida, la rigidez siempre estará presente.
La rigidez se expresa mediante normas restrictivas como prohibirse determinado tipo de alimentos, no comer X alimentos por la noche, saltarse comidas, pesar las cantidades de lo que se come, tener una cifra concreta establecida como tu peso “ideal”, contar calorías, compensar lo comido y un largo etcétera.
Es importante destacar que la restricción puede ser tanto física como mental, es decir, no comer hidratos de carbono es claramente una conducta restrictiva, pero comerlos y que tu vocecita interna te esté machacando toda la tarde por haberlos comido o que compenses de alguna forma tu “fracaso” por comerlos, también es restricción.
Las personas con una mala relación con la comida suelen identificar el problema en que se descontrolan, no tienen suficiente fuerza de voluntad o son débiles, cuando en realidad el problema no es el descontrol sino el excesivo control que ejercen de forma previa.
Causas del descontrol con la comida
Para que puedas verlo más claro, puedes observar qué antecede al descontrol. Mira a ver si este ciclo te resuena.
- “Tengo mil normas sobre cómo, cuándo y qué comer y me prohíbo muchos alimentos por considerar que me van a engordar y eso me aterra”
- “Cada vez siento más ansiedad por esos alimentos”
- “Llega un momento en el que no puedo sostener más esas ganas de comer algo de lo prohibido”
- “Me lo como. Igual una pequeña cantidad, pero ahí es como si se abriesen las compuertas y me digo ¡pues de perdidos al río!”
- “Llega el atracón o la ingesta más compulsiva y siento un descontrol absoluto”
- “Me siento fatal. Me duele la tripa, siento mucha culpa, creo que soy un fracaso”
- “Me machaco, pero me prometo a mí misma que esta será la última vez, que a la siguiente lo haré mejor y podré controlarlo”
- “Para ello, solo tengo que controlar aún más. Vuelvo a mis reglas restrictivas”
- “El círculo se activa otra vez”
¿Ves cómo funciona? El problema aquí son todas esas normas que te has impuesto antes porque lo prohibido se vuelve irresistible, eso es así. No es que tú no tengas fuerza de voluntad, es que estás sometiéndote a una tortura. Esto es la rigidez.
Flexibilidad es lo contrario a la rigidez
La flexibilidad, esa palabra clave que te ayudará a sentirte en paz con la comida y ser, por fin, libre.
Ser flexible implica un trabajo. Para ser flexible habrá que revisar esquemas que has ido construyendo poco a poco y que están muy instaurados.
La flexibilidad, como toda capacidad, implica también un entrenamiento. Ser flexible es soltar control y sé que esto es difícil. Te asusta, te aterroriza más bien.
El mayor miedo, cuando explico esto a las personas que acuden a mi consulta, es este: “¡pero, si dejo de controlar, me voy a poner a comer sin control absoluto!” Puede que, al principio, si te has prohibido, por ejemplo, el chocolate, te cueste parar, pero trabajando en ello y cuando tu cuerpo y tu mente perciban que ya es un alimento permitido, te irás regulando. Créeme.
Se puede salir de un TCA, es cierto que sola puede ser complicado, pero pedir ayuda es bueno, es importante y es valiente.
Conclusiones
Recuerda, lo prohibido se vuelve irresistible, en cambio, lo que te permites se vuelve ya una elección en la que, en ocasiones, se decidirá comer o, en otras igual no. Serás libre de poder comer cuando lo necesites y poder parar también cuando lo necesites. Estarás conectada con tu cuerpo desde la escucha de sus necesidades.
Soy Marisa Maza y tengo la suerte de poder ejercer, como profesión, mi gran pasión: la psicología.
Actualmente, llevo ya unos años con mi propia aventura emprendedora y dirijo mi propio centro de psicología en Bilbao atendiendo, tanto de forma presencial como online.
Mi compromiso es ayudarte a recuperar tu salud mental. Será un placer para mí acompañarte si así lo decides.