desconectada de mi cuerpo

Me siento desconectada de mi cuerpo

Vivimos deprisa, con un ritmo frenético establecido por una sociedad y un sistema que “castiga” el parar. El hacer está sobrevalorado hasta tal punto que identificamos como sinónimo de éxito cuando alguien comenta que laboralmente, por ejemplo, no tiene tiempo ni para respirar o cuando nos cuentan los miles de planes que tienen…

A veces pienso en lo bien que lo está haciendo el sistema capitalista para habernos hecho creer que eso es el éxito. Y ahí nos encontramos, persiguiendo algo, tratando de alcanzar quién sabe qué, tratando de llegar no sabemos dónde y, para ello, no parando ni solo segundo.

Esto hace que, cada vez, los seres humanos, lejos de encontrarnos, estemos más perdidos que nunca. Esto también hace que vivamos en el automatismo y la inercia y que estemos cada vez más desconectados de nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra vida.

En la era de la sobreinformación y de las redes sociales estamos más desconectados que nunca. El momento histórico actual es, sin duda, el más solitario de todos los tiempos.

La sensación de desconexión

En los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es muy común la sensación de desconexión. Con la mente porque esta acaba convirtiéndose en una “enemiga” con la que se establece una lucha eterna. Con el cuerpo porque este envía señales que van en contra del plan establecido. Si quieres restringir, tu cuerpo es el saboteador que te recuerda que tienes hambre y te manda sensaciones incómodas para que comas.

La sensación de desconexión
La sensación de desconexión

Déjame decirte que ni tu mente ni tu cuerpo son tus enemigos, no quieren dañarte. Al contrario, tu cuerpo te envía señales de hambre y saciedad para que las escuches y sepas cuidar de ti y comer y parar de comer cuando lo necesites. Lástima que la cultura de la dieta (esta sí que sí) la gran enemiga te atrape para que seas capaz de no comer cuando tienes hambre o tener una mala relación con la comida y de no parar cuando estás saciada.

La cultura de la dieta lo ha hecho tan bien como el capitalismo, pues es capaz de convencerte de que matarte de hambre es una buena idea o que compensar lo que has comido “de más” es lo suyo. La cultura de la dieta te enferma, hace que te odies y te aleja de ti, de tu escucha y tu autocuidado. Y encima, mira si lo hace bien, que acabas convencida de que, si no logras esos objetivos, la culpable eres tú y tu escasa fuerza de voluntad.

Se desconecta del ser porque conectar, a veces, duele. Estar contigo y tus pensamientos puede doler si no tienes herramientas para gestionarlos, escuchar al cuerpo puede doler porque sientes que así te descontrolas.

Atreverse a conectar es un aprendizaje, un camino, un proceso. Duele, pero libera, duele, pero sana. No trates de buscar otros atajos, no dejes que la mente vuelva a engañarte. Date el permiso, conecta y vive tu vida como mereces vivirla, desde la plenitud y no desde el sufrimiento.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.