Empeoramiento de tus síntomas tras vacaciones

¿Empeoramiento de tus síntomas tras las vacaciones?

Cuando se tiene un Trastorno de la conducta alimentaria (TCA) y/o una patología digestiva (intestino irritable, dispepsia funcional, enfermedad inflamatoria intestinal…) es bastante común que pueda haber alguna recaída o aparición de síntomas tras la vuelta de las vacaciones.

¿Por qué ocurre el empeoramiento de tus síntomas?

Antes de nada, decir que cada caso es único y diferente y que esta “recaída” puede tener múltiples causas y factores individuales que tienen que ver con la propia personalidad, la fase de recuperación en la que te encuentres, la red social que tengas, tus rutinas…

También puede ocurrir todo lo contrario. Hay muchas personas que empeoran su TCA o su patología digestiva en vacaciones porque tienen que enfrentarse a muchos nuevos retos como comer fuera de casa más a menudo, pasar las vacaciones en soledad o sin planes, estar con más personas y durante más tiempo, se modifican muchas rutinas importantes (no solo comida, sino también horarios de descanso, lugares en los que se está, actividades, cuidado de los niños 24/7…). Pero, esto sería tema de otro artículo.

Por qué ocurre el empeoramiento de tus síntomas
Por qué ocurre el empeoramiento de tus síntomas

En este, vamos a hablar de posibles causas que hacen que tus síntomas y tu recuperación sufra un tropezón tras tu vuelta a casa.

Un síntoma común, tanto de los TCA como de los problemas digestivos, es la hipervigilancia. Cuando se tienen problemas con la comida, es normal que la persona dedique gran parte de su tiempo y su energía a pensar en comida (qué comer y qué no, cómo afectará lo que se come al peso o la salud digestiva, miedo a compartir el momento de las comidas con otras personas, miedo a comer fuera de casa y que algo pueda sentar mal, no tener un baño cerca…).

Esto hace que se viva gran parte del día desconectado/a del momento presente y se esté más en buscar síntomas y en cómo evitarlos. Esto es una paradoja porque, cuanto más se ponga energía en tratar de evitar, por ejemplo, no tener ansiedad, más ansiedad se sentirá. Es decir, luchar contra la ansiedad solo le da más fuerza.

El estar hipervigilante genera estrés y ansiedad. Esto produce inflamación y la inflamación hace que los síntomas digestivos empeoren y también que la ansiedad crezca.

Muchas veces, estando de vacaciones se pueden alcanzar estados de relajación, de paz, de conexión con lo que se está viviendo. Las obligaciones quedan por unos días o unas semanas en otro plano el cual no hay que atender. Además, si se viaja con personas de confianza puedes sentirte más seguro/a y cuidado/a.

También, al estar de vacaciones y en compañía se come diferente. Si eres una persona que comes, por ejemplo, muchos dulces y estos dañan y empeoran tus síntomas digestivos o si te pegas atracones, es probable que no lo hagas tanto de vacaciones pues la compañía de otras personas te lo impide y, además, te sientes llena emocionalmente y no sientes esa necesidad, pues estás más conectada con el disfrute y la tranquilidad de la que antes te hablaba.

En definitiva, con estas condiciones es más fácil que se active la rama parasimpática de tu sistema nervioso. Si, si, la rama parasimpática es aquellas que se activa cuando se está relajado/a, tranquilo/a, protegido/a…

Viajando o estando de vacaciones acompañado/a muchas veces los patrones de comidas son más controlados, pues los atracones, por ejemplo, se producen en soledad y en vacaciones hay menos momentos de soledad generalmente. Estos vacíos que se llenan habitualmente con comida, en vacaciones suelen estar más llenos de actividades placenteras, conocer lugares nuevos, baños al sol…

¿Qué puedes hacer para tratar esta situación a tu vuelta?

Si a la vuelta estás mal, vacío/a, con sensación de querer escapar, quizá es momento de replantear algunos aspectos de tu vida, hacerte a ti mismo/a algunas preguntas.

  • ¿Me gusta mi vida?
  • ¿Hay algo que quiero cambiar?
  • ¿Estoy aguantando situaciones que no tendría por qué?
  • ¿Hay personas que mantengo en mi vida y me gustaría que no estuvieran?
  • ¿Sé poner límites a otros y a mí mismo/a?
  • ¿Mi vida se resume en “debería…, tengo que…”?
  • ¿Estoy marcándome metas realistas y no hiper exigentes? o, por le contrario, vivo en una exigencia permanente tratando de alcanzar algo que ni yo mismo/a sé.
  • ¿Estoy constantemente en el “no es suficiente, tengo que hacer, demostrar, agradar más…”?
  • ¿Pongo realmente acciones para conseguir lo que quiero y para ir hacia donde quiero ir o simplemente planteo esas metas sin llegar nunca a hacer para que ocurran?…

Estas son algunas de las cuestiones que te pueden aportar luz de cómo estás llevando tu vida y ver si esta está orientada a tus valores o, por el contrario, hay una discrepancia importante entre la vida que llevas y la que te gustaría llevar.

Qué puedes hacer para tratar esta situación a tu vuelta
Qué puedes hacer para tratar esta situación a tu vuelta

Hay que tener en cuenta que puede que haya factores que no te gusten, pero que no puedas cambiar. Por eso, al responder esas preguntas tienes que centrarte en el círculo de influencia, es decir, en lo que sí puedes intervenir.

Por ejemplo, puede que algo que quieras cambiar es que tu madre deje de meterse tanto en tu vida y deje de gritarte, pero eso no es algo que tú puedas hacer. Eso depende de tu madre. Lo que tú sí puedes hacer es marcar unos límites y dejárselos claros, por ejemplo.

Ninguna vida es perfecta. De hecho, pensar que alguna lo es puede ser fruto también de malestar y de plantearse objetivos inalcanzables que, como tal al no alcanzarse nunca, sumen a la persona en una melancolía o en estados depresivos. Por eso, es importante acercarse a la vida que quieres con este punto bien claro.

Por otra parte, muchas personas se incorporan a sus rutinas pensado ya en las vacaciones siguientes. O se pasan las semanas pensando en el fin de semana olvidando que, en la rutina del día a día, también se pueden hacer cosas “propias de las vacaciones”.

Una vida llena de disfrute vacacional, pero con cero disfrute el resto del año, hará que la persona viva frustrada, “amargada”, en una ensoñación excesiva, por tanto, totalmente desconectada de su realidad.

Es importante, por tanto, que introduzcas (en la medida de tus posibilidades) actividades o momentos que te hagan sentir bien en cada uno de tus días. Qué actividades hacer para esto es algo muy personal, ya que a una persona le puede venir genial salir a correr porque le encanta y a otra suponerle un suplicio porque lo odia. Así que aquí dejo que tus reflexiones sobre lo esto:

  • ¿Qué me ayuda a conectar con el momento presente?
  • ¿Qué personas me nutren y me dan buen rollo y energía?
  • ¿Cómo quiero cuidarme?
  • ¿Qué me hace reír?
  • ¿Qué hace que me sienta bien?
  • ¿Qué me relaja?
  • ¿Qué me gustaría probar a hacer?
  • ¿Cómo puedo incorporar cada día un ratito de autocuidado, escucha, placer…?

Tras estas reflexiones, lo suyo es elegir lo que más prioridad sientas que tenga para ti en este momento y accionar, es decir, hacerlo.

Insisto en la importancia de ser realista en tus objetivos adaptándolos a tus tiempos disponibles y recordando que se trata de hacerte sentir mejor, no ponerte más responsabilidades y más presión. Es lógico que, tras las vacaciones, tengas menos tiempo para hacer actividades de ocio, pero es importante buscar espacios por pequeños que sean.

Espero que esto te ayude a dar pasos para que esta vuelta se haga más amable.

Doctoralia Marisa Maza Fernández

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